jueves, 7 de julio de 2016

Tu Luz

Aun en la más profunda oscuridad, siempre habrá una luz que te guíe.
Ten fe en la luz, y la oscuridad nunca te derrotará.
Kingdom Hearts

Cuando una puerta se cierra, otra se abre.
A veces esa puerta no será más que un ventanuco colgando del techo, un hueco tan pequeño que no podrás evitar preguntarte cómo diablos vas a entrar por ahí; a veces será un portón gigante, tan hermoso y magnífico que te costará acordarte de la puerta que se acaba de cerrar; a veces la puerta será difícil de encontrar, y puede que la halles escondida al final de un laberinto de obstáculos; a veces se alzará ante ti desinhibida y segura de sí misma, como la entrada a una ciudad. Pero, sea de la forma en que sea, siempre existe esa puerta. Solo es cuestión de darle una oportunidad y buscarla.
Así que abre los ojos.
Abre los ojos y dime qué ves a tu alrededor. Más allá de las ruinas que te aprisionan el pecho, más allá de las cenizas de tu mundo arrasado por las llamas, más allá del polvo que colma el aire y te impide respirar. Mira más allá del cielo ensangrentado, del humo que te quema las entrañas, mira más allá de este manto de huesos astillados que algún día fueron tus sueños, más allá de los rostros grises e inertes de los que han luchado a tu lado. Observa a través del paño de lágrimas que se ha mimetizado con tus pupilas, a través del abanico de muerte que ha dejado esta guerra al marcharse, a través de esta oscuridad.
¿La ves?
Está sola y perdida en algún lugar de esta ciudad de hielo, escondida entre el polvo y las cenizas, oculta tras el humo y los cristales. Es pequeñita y tiende a pasar desapercibida si no te fijas en ella bien, pero su esencia es la más grande y bella de todas. Está por ahí, agazapada bajo las ruinas de tu corazón, tiritando de frío e incertidumbre, aterrorizada como un cachorrillo abandonado, contemplando con los ojos como platos este páramo de vacío y tristeza que ahora son los cimientos de tu mundo. Y probablemente ella todavía no sepa quién eres, pero te está buscando.
¿No la ves aún? ¿No la ves encogida sobre sí misma, atrapada entre los escombros de todas las cosas que salieron mal? ¿No escuchas su suave respiración entrecortada como un soplo de esperanza entre toda esta destrucción? ¿No sientes su inmensa fuerza, no notas toda la vida que desprende incluso desde esta orilla de dolor? ¿No la ves brillar como el sol a través de este océano de oscuridad que lucha por ahogarla?
¿No ves la luz?
Acércate a ella. Más. Haz a un lado la pena, acalla los recuerdos que gritan en tu cabeza, ignora los fantasmas de lo perdido. No la pierdas a ella, camina hacia ella, deja que ilumine tu noche de luna nueva y estrellas ausentes. Escarba entre la escarcha y la desolación y rescátala. Porque está esperando ser encontrada, y en el fondo tú sabes que nunca has dejado de buscarla. Que nunca has dejado de creer en ella, que nunca la diste por vencida, y que tampoco te has dado por vencido a ti mismo. Porque, a pesar de todo, a pesar de las ruinas y el hielo, a pesar de las  cenizas, el polvo y el humo, a pesar de las astillas y los huesos, de los cristales, los escombros y la escarcha, a pesar de todo eso, a pesar de que todo ahora esté roto y perdido, no existiría la oscuridad si no existiese la luz. ¿Y sabes lo que eso significa? Que, hasta en la más profunda oscuridad, siempre habrá una luz.
Tu luz.
Así que tómate tu tiempo, y, en cuanto estés preparado, sécate las lágrimas, coge mi mano y vamos a buscarla.
Vamos a buscar tu puerta.